tag:blogger.com,1999:blog-38126965181557090542024-03-05T21:50:11.990-08:00VOZ EN OFF (Poesía 2008)En este libro Aleandro se aleja de los versos sentimentalistas para disponer de una poesía renovada que no busca la lágrima sino dar cuenta de la realidad en un lenguaje poético olvidado de metáforas. (VANESA PUENTE)Martin Aleandrohttp://www.blogger.com/profile/02300043190081195698noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-3812696518155709054.post-14326423096664656512008-12-08T16:46:00.000-08:002008-12-14T16:40:11.670-08:00Ediciones OCNI 2009<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdjCQzAAQdneJaprf9yaMIbGQc23HWM1uF2Li9GNFMvie2Po796eluuA8BWQwzVyfKOlFOJHpnmmkxXBNwonCLImzhrOoMVhyphenhyphenE5OkYPUq6AdHcRBu49w5gCcA5Ftw0xplkCaV4aIZ_NBvR/s1600-h/Tapa+de+voz+en+paint.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5277590863518108610" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 307px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdjCQzAAQdneJaprf9yaMIbGQc23HWM1uF2Li9GNFMvie2Po796eluuA8BWQwzVyfKOlFOJHpnmmkxXBNwonCLImzhrOoMVhyphenhyphenE5OkYPUq6AdHcRBu49w5gCcA5Ftw0xplkCaV4aIZ_NBvR/s400/Tapa+de+voz+en+paint.JPG" border="0" /></a><br /><div></div>Martin Aleandrohttp://www.blogger.com/profile/02300043190081195698noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3812696518155709054.post-54880730469466433332008-12-08T16:09:00.000-08:002008-12-08T17:26:59.025-08:00VOZ EN OFF (Selección)FANTASÍAS<br /><br /><em>Mirmidones</em> en la bahía<br />quien ya espera dormida<br />sabiendo que su espalda<br />es la mágica estructura del oriente<br />el sol el brillo el llanto<br />la muerte Esparta dolida<br />el pecho la espada el escudo<br />se acuerda en horas tempranas<br />se escucha a través del tiempo<br />el espanto la llama se lanza<br />se carga y se pone comienza<br />son los míos los tuyos los raros<br />que abrieron partieron tomaron<br />se acerca del poniente el espanto<br />son ellos nosotros los muertos<br />son ellos nosotros los muertos<br /><br /><br />EL ÚLTIMO GIRO DE GABRIEL<br /><br />Midió una piedra cabujón, quizá una Turmalina<br />Rosa de Francia o Cuarzo leonado<br />en plata le haría su vestido,<br />con las limas de Gabriel el <em>premi</em>,<br />devoto del gurú del barrilete,<br />le daría forma a ese instante<br />que se fuma como <em>Chala</em>,<br />que se pierde a lo lejos<br />quizá, con el barrilete del gordo<br />digo, porque siempre lo hacía<br />con el barrilete del gordo<br />siempre se iba.<br /><br />Luego le dio el tamaño a la virola<br />con la caladora en mano le afeitó la mosca<br />la redondeó con el machaco de goma<br />y ya comenzaba a brillar<br />como sin quererlo, a los golpes<br />brillaba, su redondo anillo<br />intentaba ser.<br /><br />Gabriel el premi terminó a los gritos<br />su demencia de plata<br />sórdida canción de luna llena en el atlántico<br />se ahogó con sus Fluoritas y Jaspes,<br />Crisocolas y Turquesas y Amatistas,<br />digo, porque su locura<br />tiene la belleza de las piedras.<br /><br /><br />EN MOVIMIENTO<br /><br />Elige lo que quieras que quepa en un paquete,<br />en esta hora repentina y fugaz se pasa la vida.<br /><br />Ya lo que vivimos quedó atrás, como las palmeras,<br />las risas de la madrugada, la negra de la <em>Caipira</em> con sus dientes y sus tetas,<br />los torbellinos, el viento oscuro de la praia y la bruma al amanecer.<br /><br />Elige lo que quieras que quepa en un paquete,<br />no podemos llevarnos todo, las tormentas y los abrazos,<br />los colores del camino, la humedad de los labios de la flor.<br /><br />No te encariñes con nada que no puedas despedir en 15 segundos,<br />de los niños de la frontera y del pan caliente, de los astros dormidos,<br />los hijos de la naciente, la marea del espejo y su respiración dolida.<br /><br /><br />Este último tiempo es un regalo, es la mañana,<br />ya el diluvio quedó en otro idioma y todo es el pasado.<br />La gente está rolando y todo vuelve al movimiento.<br /><br /><br />ODETTE DE CRÈCY<br /><br />Ahí estaba con su túnica y con su manto<br />de sábados y de olvidos<br />caminaba entre las luces,<br />entre el bullicio hermético de las gentes,<br />de las gentes yapadas. Ebrias de clausura y copla.<br /><br />Su albor, de fiesta nómada,<br />traslucida en el fondo y en la demencia,<br />descalza luna que podía ser,<br />mezcla de cántico en la cima escarcha<br />y era ese ardor que se hizo vago.<br /><br />Compró en La Paz el canto de un grillo<br />y dicen que la vieron ser ella<br />cuando por casualidad<br />se olvidó de su Francia natal<br />y se mezcló con la América virgen.<br /><br /><br />TRAS SUS SOMBRAS<br /><br /><br />Aquí estamos, llegamos hace un rato no más,<br />cruzamos de noche y de día y ahora aquí,<br />en el centro, lástima que la nieve es espesa aún<br />y salir sería imposible hasta mañana.<br /><br />Todos los perros corrían tras sus sombras<br />y no eran más que ellos los que sabían donde ir,<br />la grieta no está en los mapas y los árboles no la vieron,<br />por eso los buscan en la soledad y no encuentran nada.<br /><br />El sabor de estos tiempos se puede sentir en las miradas<br />La soledad se prende a un cuerpo y lo invade<br />Por las ventanas blancas saltan al aire fresco los fresnos<br />los que sólo se esconden de las ciudades violentas<br /><br />Pero no se preocupen, tomemos café<br />el futuro es como el fuego (se apaga).<br />¿Qué se cuenta del otro lado de la cumbre?<br />¿Cómo está la gente que cree en el cambio?<br /><br />La gente está descreída, cansada,<br />cuando partimos para estas tierras,<br />desde la cima del ventisquero<br />vimos como apagaban la luz y se quedaban sin sueños.<br /><br /><br /><br /><br /><br />AL FINAL DEL OVILLO<br /><br /><br /><br />El monte está rapado de otoño, como un silencio sin la “e”<br />lleno de broches que nos sujetan a los días<br />y qué más decirte compañera, no se me ocurre nada<br />crucémoslo, veamos el destino que, cuando todo termina<br />pasando aquella luz, está volcando humo sobre viejos pateros.<br /><br />Ya nadie queda en El Hoyo, los conejos son del campo<br />y sus plumas serán cambiadas por bufandas de más plumas.<br />Qué saudade de las charlas y los vinos a veces profusos;<br />la ciudad despierta y dormida ronca tifones.<br />Sus gargantas tragan mortales y escupen dolos de gris.<br /><br />¡Qué más! A la vuelta, pateando el tablero<br />están los sueños despiertos, desnudos.<br />Esto no se discute, así que respira virginidad.<br /><br /><br /><br /><br />ENTRE OCRES Y ROJOS<br /><br /><br /><br />Ya la distancia se desdibuja<br />cubre el olvido entre líneas<br />y entre líneas salta el pasado.<br />Se escucha la plegaria errada:<br />la voz cantante<br />la voz que tiembla el tiempo en su dicha.<br />La voz de sal que llanto<br />como si todo lo que transcurre se olvida.<br />En este último día te respiro<br />niebla, mención, presencia, memoria.<br />Te respiro la mañana salva,<br />la mañana de rojos y ocres<br />cuando se despierta y nos cubre con su savia.<br />Ya la distancia es quien marca el destino.<br /><br /><br /><br />EN EL AIRE<br /><br /><br /><br />Le gustaba salir y mezclarse con el pueblo<br />merodear, por los bares de gorgojos en pugna<br />aunque el idioma le resulte extraño<br />se reía con la sonrisa rioplatense y el aliento hábil.<br /><br />No sé si seremos algún día su corriente,<br />sus formas de respirar ese aire raro de un Brasil al sol.<br />Ni si quiera un instante se detuvo, y su lengua mágica<br />la dejó nacer de entre las<em> folias</em> y la confundió con los frutos.<br /><br />Un día la seguí por una fazenda de duendes<br />ese aroma de los árboles retiene a los turistas<br />y los deja extrañando al <em>shopping mall</em> de sus ciudades.<br />Al salir del monte los nudistas se bañaban sin <em>óculos</em>.<br /><br />Qué enorme gusto verla bailar en el aire<br />con ese enfoque de <em>borboleta</em> zarpada al horizonte<br />porque el mar a sus espaldas era un telón turquesa<br />el lugar donde dejó nacer su color reciente.<br /><br /><br /><br /><br /><br />TIERRAS ADENTRO<br /><br /><br /><br />En el vagón de atrás venía su canción<br />ese canto de vida que nunca termina.<br />¿Sabrás andar?, o tendré que explicarte luego<br />No hay amor sin canto o una melodía<br />En el vagón de atrás, escuchaba su llanto.<br /><br />Para qué mentir, si se puede decir la verdad<br />No es que se refiera a usted y mienta<br />¿Se da cuenta? Dice: usted era soñador<br />era el canto de la mañana y la tarde,<br />un berretín de pájaro ciego cantante.<br />Para qué mentir si todavía se escucha.<br /><br />Sin más vueltas el tren se detiene muy cerca.<br />Las gentes chillan santos y echan nirvana.<br />El aliento infecto de los pollos y chanchos<br />corriendo en el pasillo de mano en mano.<br />Al sol todos quedaron con sus caras al viento<br />mirando el paisaje de aquella Bolivia<br />extraña que hacía del canto un país.<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br />PALABRA<br /><br />Rompió el silencio, el silencio llanura,<br />y por detrás las miradas, voces que raspan<br />y el aliento se mostró como canto<a title="" style="mso-footnote-id: ftn1" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=3812696518155709054#_ftn1" name="_ftnref1">[1]</a>:<br />nunca nadie dijo nada<br />pero todos sabían que<br />en la palabra<br />se encuentra el secreto<a title="" style="mso-footnote-id: ftn2" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=3812696518155709054#_ftn2" name="_ftnref2">[2]</a>.<br /><br /><br /><br /><br />EXILIO Y LATIDO<br /><br /><br />Un disco mudo<br />se escucha en el camino<br />también<br />se escucha la distancia<br />como si las horas<br />la respiración<br />tuvieran un destino.<br /><br /><br />A la deriva<br />el viaje habita lejano.<br />Se ven los idos<br />que se alojan en las nubes.<br />Se ve en sus ojos<br />que se alejan a su destino<br />como si las horas<br />se hubiesen muerto en el camino.<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br />FUMASA Y RON<br /><br />En esta hora incierta<br />de madrugada y tornasol<br />oigo la respiración<br />como si el tiempo hubiera regresado<br />como si Eolo nos hubiera confundido<br /><br />En la oscuridad<br />de la luna sin sombra<br />puedo tener<br />como en otros caminos<br />la voz<br />puedo sentir<br />como en el tiempo perdido<br />el aliento santo<br />de fumasa y Ron<br /><br />Entre santos y tambores<br />se entra la noche y descubro que el tiempo<br />es un invento que olvido.<br /><br /><br /><br />IDEA DE CANTO<br /><br /><br /><br />Una idea pálida, como sin brío<br />se deja pensar,<br />descalza<br />se mezcla, en los rojos del fuego<br />en el fervor de las piedras<br />en la noche acabada.<br /><br />Una idea remota<br />deja ver, su cuerpo celeste<br />gira ebria<br />enloquecida<br />es la idea, de volver a salir<br />de partir del canto<br />y en la nueva luz<br />derramar todo<br />nuevamente<br />en el pasado y en el olvido.<br /><br /><br />EN UN CAFÉ DE COLOMBIA<br /><br /><br /><br /><br />Sentada contra la cristalera,<br />esa que modela el afuera y el hoy<br />sorbía su taco espumante, colombiano<br />y no le sacaba en ningún momento<br />la mirada ebria al sol del mediodía<br /><br />El señor de los anteojos, de reojo, también podía ver<br />cómo afuera el sol mostraba su deforme enfermedad.<br />El broker, y sus labios, sus labios de broker huecos<br />se abrían como pintura cuando la gente al sol<br />se paseaba ciega de calle en calle.<br /><br />—¿Qué hay de aquella Colombia guerrillera?<br />Le preguntó el viejo al garçóm discípulo de la barra.<br />—¿qué se sabe de Carlos Valdir González<a title="" style="mso-footnote-id: ftn3" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=3812696518155709054#_ftn3" name="_ftnref3">[3]</a> y su amante?<br /><br />La mujer de la vidriera se tapó la cara,<br />con la bufanda de luto sorbió el último taco brusco<br />se retiró dándole la espalda a la luz del sol.<br />Al salir y cruzar la avenida la esperaba<br />en un auto un chamaco cimarrón adicto a la noche.<br /><br />—¿Qué se habla en las calles?<br />—está en boca de todos, Carlos es palabra santa,<br />la gente está alborotada y quiere estar al corriente,<br />no se conforma con la prensa autoritaria,<br />quiere ver que no es de sangre su pechera.<br /><br />Carlos es la revolución, el pueblo,<br />los huevos que nadie tuvo, es<br />como un jugador de la selección<br />lleva la camiseta manchada de gloria.<br />¿Qué es de aquella Colombia revolucionaria?<br />Aquella Colombia es Carlos Valdir González<br />es su perdigón goleador de multitudes<br />lleva la casaca injuriada de raza.<br /><br />El carro marrón apuró su partida<br />dobló como bólido la esquina.<br />La carretera salía del caserío y<br />se perdía camino a Montañita.<br /><br />Carlos Valdir Gonzáles es recordado<br />su gente lo busca en La Colombia<br />lo llaman el comandante blanco<br />se dejó llevar por la piel de la mujer<br />que escupió su cadáver y lo enterró<br />con vida en las afueras de Montañita,<br />de las crónicas,<br />en silencio<br />en ausencia.<br /><br /><br /><br /><br /><br />AFTER LORCA<br /><br /><br /><br /><br />No le quites el sombrero de sol al chico<br />cae vertical, casi en picada diría yo<br />a si que no le quites el sombrero de sol al chico<br />quizá la madre esté mirando<br />con sus anteojos del mercadillo,<br />esos que compró en Barcelona el año nuevo<br />en La Barcelona Esperanza.<br /><br />Aquella mañana tu piel estaba verde casi gris<br />esos colores hacían juego con tu respiración<br />pero si tanto calor hace aquí, arriba será un infierno<br />por eso, no le quites el sombrero de sol al niño<br />déjalo que corra y se canse todo el día<br />así la noche es nuestra cuando cierren el hotel<br /><br />En el último e-mail se podía leer su tristeza<br />en palabras de molde estaban todos los clisés,<br />esos que saben contar todo sin decir nada.<br /><br />Se piensa que cuatro calles más abajo,<br />calle Esperanza, se encuentra uno con la felicidad<br />esa que te mira al los ojos y te dice: <em>after Lorca<br /></em><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><a title="" style="mso-footnote-id: ftn1" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=3812696518155709054#_ftnref1" name="_ftn1">[1]</a> Silencio / silencio / que todo el mundo se calle / que sólo se oiga en el aire / el sonido de mi voz.<br />Candombe tradicional<br /><br /><br /><a title="" style="mso-footnote-id: ftn2" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=3812696518155709054#_ftnref2" name="_ftn2">[2]</a> Véase de corrido / de forma instantánea / véase lento como crece la grama/ cuando no se decide a llegar/ hasta el tiempo / que cruza, sin prisa / el sonido de un tambor / de los cueros lejanos / que han sabido llegar / desde su África natal / para contarnos el secreto / el secreto de la tierra nuestra.<br /><br /><a title="" style="mso-footnote-id: ftn3" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=3812696518155709054#_ftnref3" name="_ftn3">[3]</a> Carlos Valdir González en los años de la revolución se desempeñó como espía, cuando conoció a Marcela Vega conoció la muerte. Ella lo vendió por un par de monedas y un pasaporte falso al país del norte que nunca usó. El tramado expiatorio de Carlos Valdir Gonzáles es recordado en Colombia como el tejedor rebelde que se dejó llevar por la piel de la mujer que escupió su cadáver y lo enterró con vida en las afueras de Montañita, de las noticias, en silencio y en ausencia.<br /><br /><br /><br /><br /><a href="http://martinaleandro.blogspot.com/">http://martinaleandro.blogspot.com/</a>Martin Aleandrohttp://www.blogger.com/profile/02300043190081195698noreply@blogger.com1