lunes, 8 de diciembre de 2008

Ediciones OCNI 2009


VOZ EN OFF (Selección)

FANTASÍAS

Mirmidones en la bahía
quien ya espera dormida
sabiendo que su espalda
es la mágica estructura del oriente
el sol el brillo el llanto
la muerte Esparta dolida
el pecho la espada el escudo
se acuerda en horas tempranas
se escucha a través del tiempo
el espanto la llama se lanza
se carga y se pone comienza
son los míos los tuyos los raros
que abrieron partieron tomaron
se acerca del poniente el espanto
son ellos nosotros los muertos
son ellos nosotros los muertos


EL ÚLTIMO GIRO DE GABRIEL

Midió una piedra cabujón, quizá una Turmalina
Rosa de Francia o Cuarzo leonado
en plata le haría su vestido,
con las limas de Gabriel el premi,
devoto del gurú del barrilete,
le daría forma a ese instante
que se fuma como Chala,
que se pierde a lo lejos
quizá, con el barrilete del gordo
digo, porque siempre lo hacía
con el barrilete del gordo
siempre se iba.

Luego le dio el tamaño a la virola
con la caladora en mano le afeitó la mosca
la redondeó con el machaco de goma
y ya comenzaba a brillar
como sin quererlo, a los golpes
brillaba, su redondo anillo
intentaba ser.

Gabriel el premi terminó a los gritos
su demencia de plata
sórdida canción de luna llena en el atlántico
se ahogó con sus Fluoritas y Jaspes,
Crisocolas y Turquesas y Amatistas,
digo, porque su locura
tiene la belleza de las piedras.


EN MOVIMIENTO

Elige lo que quieras que quepa en un paquete,
en esta hora repentina y fugaz se pasa la vida.

Ya lo que vivimos quedó atrás, como las palmeras,
las risas de la madrugada, la negra de la Caipira con sus dientes y sus tetas,
los torbellinos, el viento oscuro de la praia y la bruma al amanecer.

Elige lo que quieras que quepa en un paquete,
no podemos llevarnos todo, las tormentas y los abrazos,
los colores del camino, la humedad de los labios de la flor.

No te encariñes con nada que no puedas despedir en 15 segundos,
de los niños de la frontera y del pan caliente, de los astros dormidos,
los hijos de la naciente, la marea del espejo y su respiración dolida.


Este último tiempo es un regalo, es la mañana,
ya el diluvio quedó en otro idioma y todo es el pasado.
La gente está rolando y todo vuelve al movimiento.


ODETTE DE CRÈCY

Ahí estaba con su túnica y con su manto
de sábados y de olvidos
caminaba entre las luces,
entre el bullicio hermético de las gentes,
de las gentes yapadas. Ebrias de clausura y copla.

Su albor, de fiesta nómada,
traslucida en el fondo y en la demencia,
descalza luna que podía ser,
mezcla de cántico en la cima escarcha
y era ese ardor que se hizo vago.

Compró en La Paz el canto de un grillo
y dicen que la vieron ser ella
cuando por casualidad
se olvidó de su Francia natal
y se mezcló con la América virgen.


TRAS SUS SOMBRAS


Aquí estamos, llegamos hace un rato no más,
cruzamos de noche y de día y ahora aquí,
en el centro, lástima que la nieve es espesa aún
y salir sería imposible hasta mañana.

Todos los perros corrían tras sus sombras
y no eran más que ellos los que sabían donde ir,
la grieta no está en los mapas y los árboles no la vieron,
por eso los buscan en la soledad y no encuentran nada.

El sabor de estos tiempos se puede sentir en las miradas
La soledad se prende a un cuerpo y lo invade
Por las ventanas blancas saltan al aire fresco los fresnos
los que sólo se esconden de las ciudades violentas

Pero no se preocupen, tomemos café
el futuro es como el fuego (se apaga).
¿Qué se cuenta del otro lado de la cumbre?
¿Cómo está la gente que cree en el cambio?

La gente está descreída, cansada,
cuando partimos para estas tierras,
desde la cima del ventisquero
vimos como apagaban la luz y se quedaban sin sueños.





AL FINAL DEL OVILLO



El monte está rapado de otoño, como un silencio sin la “e”
lleno de broches que nos sujetan a los días
y qué más decirte compañera, no se me ocurre nada
crucémoslo, veamos el destino que, cuando todo termina
pasando aquella luz, está volcando humo sobre viejos pateros.

Ya nadie queda en El Hoyo, los conejos son del campo
y sus plumas serán cambiadas por bufandas de más plumas.
Qué saudade de las charlas y los vinos a veces profusos;
la ciudad despierta y dormida ronca tifones.
Sus gargantas tragan mortales y escupen dolos de gris.

¡Qué más! A la vuelta, pateando el tablero
están los sueños despiertos, desnudos.
Esto no se discute, así que respira virginidad.




ENTRE OCRES Y ROJOS



Ya la distancia se desdibuja
cubre el olvido entre líneas
y entre líneas salta el pasado.
Se escucha la plegaria errada:
la voz cantante
la voz que tiembla el tiempo en su dicha.
La voz de sal que llanto
como si todo lo que transcurre se olvida.
En este último día te respiro
niebla, mención, presencia, memoria.
Te respiro la mañana salva,
la mañana de rojos y ocres
cuando se despierta y nos cubre con su savia.
Ya la distancia es quien marca el destino.



EN EL AIRE



Le gustaba salir y mezclarse con el pueblo
merodear, por los bares de gorgojos en pugna
aunque el idioma le resulte extraño
se reía con la sonrisa rioplatense y el aliento hábil.

No sé si seremos algún día su corriente,
sus formas de respirar ese aire raro de un Brasil al sol.
Ni si quiera un instante se detuvo, y su lengua mágica
la dejó nacer de entre las folias y la confundió con los frutos.

Un día la seguí por una fazenda de duendes
ese aroma de los árboles retiene a los turistas
y los deja extrañando al shopping mall de sus ciudades.
Al salir del monte los nudistas se bañaban sin óculos.

Qué enorme gusto verla bailar en el aire
con ese enfoque de borboleta zarpada al horizonte
porque el mar a sus espaldas era un telón turquesa
el lugar donde dejó nacer su color reciente.





TIERRAS ADENTRO



En el vagón de atrás venía su canción
ese canto de vida que nunca termina.
¿Sabrás andar?, o tendré que explicarte luego
No hay amor sin canto o una melodía
En el vagón de atrás, escuchaba su llanto.

Para qué mentir, si se puede decir la verdad
No es que se refiera a usted y mienta
¿Se da cuenta? Dice: usted era soñador
era el canto de la mañana y la tarde,
un berretín de pájaro ciego cantante.
Para qué mentir si todavía se escucha.

Sin más vueltas el tren se detiene muy cerca.
Las gentes chillan santos y echan nirvana.
El aliento infecto de los pollos y chanchos
corriendo en el pasillo de mano en mano.
Al sol todos quedaron con sus caras al viento
mirando el paisaje de aquella Bolivia
extraña que hacía del canto un país.







PALABRA

Rompió el silencio, el silencio llanura,
y por detrás las miradas, voces que raspan
y el aliento se mostró como canto[1]:
nunca nadie dijo nada
pero todos sabían que
en la palabra
se encuentra el secreto[2].




EXILIO Y LATIDO


Un disco mudo
se escucha en el camino
también
se escucha la distancia
como si las horas
la respiración
tuvieran un destino.


A la deriva
el viaje habita lejano.
Se ven los idos
que se alojan en las nubes.
Se ve en sus ojos
que se alejan a su destino
como si las horas
se hubiesen muerto en el camino.










FUMASA Y RON

En esta hora incierta
de madrugada y tornasol
oigo la respiración
como si el tiempo hubiera regresado
como si Eolo nos hubiera confundido

En la oscuridad
de la luna sin sombra
puedo tener
como en otros caminos
la voz
puedo sentir
como en el tiempo perdido
el aliento santo
de fumasa y Ron

Entre santos y tambores
se entra la noche y descubro que el tiempo
es un invento que olvido.



IDEA DE CANTO



Una idea pálida, como sin brío
se deja pensar,
descalza
se mezcla, en los rojos del fuego
en el fervor de las piedras
en la noche acabada.

Una idea remota
deja ver, su cuerpo celeste
gira ebria
enloquecida
es la idea, de volver a salir
de partir del canto
y en la nueva luz
derramar todo
nuevamente
en el pasado y en el olvido.


EN UN CAFÉ DE COLOMBIA




Sentada contra la cristalera,
esa que modela el afuera y el hoy
sorbía su taco espumante, colombiano
y no le sacaba en ningún momento
la mirada ebria al sol del mediodía

El señor de los anteojos, de reojo, también podía ver
cómo afuera el sol mostraba su deforme enfermedad.
El broker, y sus labios, sus labios de broker huecos
se abrían como pintura cuando la gente al sol
se paseaba ciega de calle en calle.

—¿Qué hay de aquella Colombia guerrillera?
Le preguntó el viejo al garçóm discípulo de la barra.
—¿qué se sabe de Carlos Valdir González[3] y su amante?

La mujer de la vidriera se tapó la cara,
con la bufanda de luto sorbió el último taco brusco
se retiró dándole la espalda a la luz del sol.
Al salir y cruzar la avenida la esperaba
en un auto un chamaco cimarrón adicto a la noche.

—¿Qué se habla en las calles?
—está en boca de todos, Carlos es palabra santa,
la gente está alborotada y quiere estar al corriente,
no se conforma con la prensa autoritaria,
quiere ver que no es de sangre su pechera.

Carlos es la revolución, el pueblo,
los huevos que nadie tuvo, es
como un jugador de la selección
lleva la camiseta manchada de gloria.
¿Qué es de aquella Colombia revolucionaria?
Aquella Colombia es Carlos Valdir González
es su perdigón goleador de multitudes
lleva la casaca injuriada de raza.

El carro marrón apuró su partida
dobló como bólido la esquina.
La carretera salía del caserío y
se perdía camino a Montañita.

Carlos Valdir Gonzáles es recordado
su gente lo busca en La Colombia
lo llaman el comandante blanco
se dejó llevar por la piel de la mujer
que escupió su cadáver y lo enterró
con vida en las afueras de Montañita,
de las crónicas,
en silencio
en ausencia.





AFTER LORCA




No le quites el sombrero de sol al chico
cae vertical, casi en picada diría yo
a si que no le quites el sombrero de sol al chico
quizá la madre esté mirando
con sus anteojos del mercadillo,
esos que compró en Barcelona el año nuevo
en La Barcelona Esperanza.

Aquella mañana tu piel estaba verde casi gris
esos colores hacían juego con tu respiración
pero si tanto calor hace aquí, arriba será un infierno
por eso, no le quites el sombrero de sol al niño
déjalo que corra y se canse todo el día
así la noche es nuestra cuando cierren el hotel

En el último e-mail se podía leer su tristeza
en palabras de molde estaban todos los clisés,
esos que saben contar todo sin decir nada.

Se piensa que cuatro calles más abajo,
calle Esperanza, se encuentra uno con la felicidad
esa que te mira al los ojos y te dice: after Lorca



















[1] Silencio / silencio / que todo el mundo se calle / que sólo se oiga en el aire / el sonido de mi voz.
Candombe tradicional


[2] Véase de corrido / de forma instantánea / véase lento como crece la grama/ cuando no se decide a llegar/ hasta el tiempo / que cruza, sin prisa / el sonido de un tambor / de los cueros lejanos / que han sabido llegar / desde su África natal / para contarnos el secreto / el secreto de la tierra nuestra.

[3] Carlos Valdir González en los años de la revolución se desempeñó como espía, cuando conoció a Marcela Vega conoció la muerte. Ella lo vendió por un par de monedas y un pasaporte falso al país del norte que nunca usó. El tramado expiatorio de Carlos Valdir Gonzáles es recordado en Colombia como el tejedor rebelde que se dejó llevar por la piel de la mujer que escupió su cadáver y lo enterró con vida en las afueras de Montañita, de las noticias, en silencio y en ausencia.




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